Año nuevo 2021
Araracuara - Amazonía
- Colombia|
- Ancestral |
- 11/01/2021 |
Hace algunos días regresé de una experiencia maravillosa en aislamiento amazónico donde compartimos con los indígenas del resguardo Monochoa, sus tradiciones, su libertad, su cotidianidad y su estilo de vida.
Fue un viaje casi espontáneo, donde por cosas de la vida las invitaciones aparecen sin estarlas esperando y para las cuales normalmente no estamos preparados, pero lo que si es cierto, es que siempre estaremos en el lugar donde debemos estar.
En el momento que recibí la idea del viaje fue muy curioso pues mis planes de año nuevo eran más citadinos. Era insensato pensar en un sitio que no estaba en mi lista de lugares por visitar,pues estaba sin transporte y con poco presupuesto pero con un deseo ferviente de escapar de la gran máquina social y su bullicio, así que siguiendo la intuición le dije sí a la invitación.
A partir de ese momento, el universo conspiró para eliminar los impedimentos y en un par de días, me encontraba sobre mi moto rumbo a San José del Guaviare, allí me reuní con mis compañeros de aventura, la mayoría desconocidos hasta ese instante, con quienes disfruté de sitios como Trankilandia, que es una finca ecoturística donde se puede ver una pequeña muestra de las macarenias clavijeras, propias de caño cristales en la sierra de la Macarena, son plantas subacuaticas que cambian de color al recibir el sol y la puerta de orion, que según los lugareños en sus orificios se ubica la constelación de orion entre el 5 y el 15 de diciembre.
Ustedes son nuestros hermanos perdidos buscando volver.
Luego de una larga espera en el aeropuerto de San José del Guaviare, llegó un avión de carga DC3 reciclado de alguna de las guerras mundiales, que junto a muchas maletas, sin presurización, sin sillas reclinables y mucho menos azafatas, nos condujo a la población de Araracuara que significa nido de las guacamayas, en el departamento del Caquetá.
En el aeropuerto improvisado de gravilla nos esperaba la señora Cielo, quien muy amablemente nos dio la bienvenida con un plato típico, el Borugo (similar a un conejo) con casabe (tortilla de yuca molida) y Chaguana (colada caliente de almidón de yuca y panela). Luego conocimos a Efren, uno de sus hijos quien nos guió por un sendero durante aproximadamente una hora hasta llegar a Puerto Arturo, donde Alci nuestro anfitrión e hijo menor del clan, nos esperaba en la balsa que sería nuestro único medio de transporte durante la estancia en el resguardo.
Ya pasadas las 5 de la tarde nos embarcabamos a navegar en el río caquetá, linea divisoria entre los departamentos de Caquetá y Amazonas a lo que debo reconocer que el navegar en la noche y con el cielo parcialmente nublado hacía que mis sentidos se tornaran nerviosos y mis pensamientos pesimistas empezaban a rondar, sin embargo, esta sensación duró muy poco, pues a un costado de la embarcación la señora Cielo, miraba hacia el horizonte, no pude escuchar que decía pero podría asumir que eran los rezos tipicos de su tradición, lanzo 3 veces cruces al firmamento como bendiciendole, a lo que nuestro balsero reafirmó diciendo "Todo va a estar bien" encendiendo el motor. Unos minutos después empezó la mágia pues antes que la oscuridad cayera, el firmamento se despejó y la luna más brillante que pocas veces he visto antes, señaló el rio para iluminar nuestro viaje, llevandonos al resguardo sin ningun peligro ni temor.
Al llegar nos ubicamos en la maloca que es el sitio mas importante del resguardo donde colgamos hamacas y armamos carpas para descansar durante nuestra estancia. En los días siguientes visitamos varios lugares alucinantes como el Raudal de Angosturas, el chorro del Paujil y las chagras de cultivo, conocimos el estilo de vida indigena que para nuestras espectativas de vestuarios e idioma estaban bastante colonizados pero mantenían su conexion con la madre naturaleza, probamos platos de la region como el huevo de charapa, sábalo, Tucupí, casabe, fariña y otros.
La desconexión de la gran máquina socioeconómica creó un entorno fraternal, donde compartimos momentos de anecdotas, lectura, contemplación y descanso muy necesarios para sopesar el caos que implicó este 2020, pues sin lugar a dudas será recordado como el año más inestable del siglo XXI por lo menos hasta el momento.
Con la llegada de Israel, el hijo mayor del clan y quien fue nuestro maloquero; aprendimos sobre el Mambe, el Ambil, la tradición oral, organización social y sus principales actividades. Nos hicieron parte de algunos de sus rituales como por ejemplo el de la pintura corporal con el extracto de una planta que dura 5 días en tiempo indígena en borrarse totalmente (que en terminos foráneos es algo así como 8 días hábiles 😅 ). Durante la noche de fin de año, se nos permitió asistir a uno de sus bailes tradicionales en el resguardo de caño Negro, donde con cánticos y danzas propias de su cultura adoran a la madre tierra y los espíritus de la selva dando la bienvenida al nuevo año.
Inicia el nuevo año con luna resplandeciente y estrellas parpadeantes para engalanar la noche, la tranquilidad del resguardo arrulla nuestro descanso y la aventura continua, en la siguiente noche de mambeo, aprendimos el proceso que realizan los indigenas para a partir de la hoja de coca obtener el mambe y con sus historias tradicionales animistas, nos cuentan sobre el origen del hombre y su papel en el planeta, tambien nos explican sobre rezos y rituales para que el espiritu de la madre naturaleza les proteja.
Nosotros no usamos sombrillas por que puede llover adelante, atras y a los costados pero sobre nosotros no hay mal tiempo.
Particularmente esto fue lo que más impacto generó en mi experiencia, pues para ellos es normal lo que nisiquiera los chinos con su megatecnología han podido, controlar el clima es verdaderamente alucinante, aprendí a levantar la mirada al cielo y decirle al universo "Gracias por el buen tiempo", pedir protección a Gaia (Madre tierra) y sentir el palpitar de las rocas expresando su energía.
Finaliza nuestra estancia en el resguardo, recogemos nuestras pertenencias y nos embarcamos de regreso, las nubes toldan el firmamento y a un costado un manto blanco riega la vegetación selvática, a lo que mi mente predijo " va a llover", efectivamente unos metros más adelante las gotas empezaron a hacernos bajar la mirada y la brisa fría nos recogía, sin embargo la escena fue efímera pues el cielo como obedeciendo las palabras de Israel abrió sendero entre las nubes para reafirmar la lección de agradecimiento por el buen clima y respeto a las creencias ancestrales.
Desembarcamos en Puerto Arturo donde nos preparamos para la caminata de casi 2 horas hasta Puerto Santander, transcurridos unos 30 minutos la lluvia nuevamente se asoma entre los arboles pero esta vez no sentí deseo que se detuviera, por el contrario disfruté cada paso sintiendo las gotas como cuando jugaba de niña con mis hermanos al salir de la escuela en días de lluvia.
Ya en puerto santander fuimos recibidos por Natalia, la hija mayor de la señora Cielo quien nos ofreció su casa para hospedarnos, allí conocimos el raudal donde los pescadores de arpón demostraron paciencia y eficiencia en su tarea y visitamos los restos de ciudad perdida.
El día de nuestro vuelo de regreso, aprovechamos el tiempo de espera en el aeropuerto para visitar el salto del Diablo (mirador de las guacamayas) y recoger flores de Inirida reconocidas por su especial envejecimiento pues se tornan color madera y aumentan su rigidez, manteniendo su forma por años.
Fueron 1780Kms en 32 horas de viaje repartidas en trayectos conduciendo que me dieron mucho tiempo para pensar, hubo paradas de descanso aprovechadas para hacer visitas importantes en el Socorro, Villavicencio y Guepsa pero más que el trayecto fue la experiencia vivida en el resguardo lo que hizo de este inicio de año especial.
Indiscutiblemente este viaje no hubiese sido tan enriquecedor sin mis compañeros de aventura: Camila, Alba, Emerita, Liliana, Andrea y Gustavo. En cada uno de ustedes con sus particularidades encontré un componente para la receta de esta experiencia que disfruté mucho... Ayurgracias!
Publicado por Kathe Rincon en Viernes, 8 de enero de 2021